Al final la ciencia si resultó ser del diablo

La modernidad (insisto) es ese espacio en donde se supone que existe un corpus objetivo que da cuenta de cómo deberíamos vivir los humanos en este planeta, es un constructo que lamentablemente aceptamos los humanos por la creencia de que la vida y la civilización no es posible de otro modo y se sustenta entre otras cosas en «el mundo instrumental», que es ese mundo científico, institucional y lingüístico que pretende decirnos como es el mundo en lugar de que nosotros podamos experimentarlo «tal y como realmente es» (guiño a vipassana).

Sin embargo la modernidad ha fallado y sigue fallando, pero es practicamente imposible que la gente lo vea, entre otras cosas porque vivimos en el mundo instrumental, en el mundo material, en el imperio de lo efímero, yo podría ahora mismo salir a la calle a gritar que el petróleo va a escasear notablemente en los próximos años como apunta Antonio Turiel en su blog, e inmediatamente mucha gente reaccionaría (si es que la gente reacciona), muchos podrían decir que eso es mentira y quizá alguien me llevaría a alguna gasolinera para que yo viera con mis propios ojos como los autos siguen cargando y los aviones volando y los barcos navegando.

Del mismo modo yo podría decir que la deuda global es ya insostenible, pero nuevamente alguien podría llevarme a un banco y mostrarme como entran y salen depositos y entonces veríamos que aparentemente todo está bien, sin embargo esa es sólo una realidad aparente, un convencionalismo.

La realidad es que es posible que el mundo no se acabe ni colapse en esta decada, quizá tampoco en la siguiente, pero en 20 años puede que lo haga, la cuestión no es cuando exactamente, sino que lo hará y será demasiado tarde, a menos que hagamos algo. Pero yo NO estoy llamando a la acción, sino a la reflexion, en un sentido más amplio a la educación y al cambio de nosotros mismos, a un cambio que es casi imposible, pero que es posible.

La cuestión como he querido apuntar en este blog es que la humanidad se enfrenta a severas crisis, una de ellas es la de recursos (en donde destaca la energía) y la segunda de ellas, que quizá es más sutil y difícil de ver es la crisis del individuo, en donde la humanidad perdió el «principio de correspondencia» y los individuos hoy en día carecen de identidad.

Sin embargo todo lo que digo parecen tonterías en un mundo en donde todo sigue «girando», en donde la ciencia sigue haciendo descubrimientos «nuevos» y en donde pareciera ser que los grandes problemas del mundo se van solucionando, es decir, nos dicen que aún hay petróleo para rato, que el coche eléctrico se va a abaratar, que cada vez fabricamos mejores paneles solares y entre otras muchas cosas nos siguen la idea de la felicidad occidental, es decir, para ser feliz tienes que: tener un buen trabajo, vivienda digna y propia, una pareja, hijos, auto, perro, pagar tus impuestos, consumir, votar y demás…

Sin embargo la realidad es que nuestra forma de vida es insostenible y el mundo empieza a mostrar que hay goteras en nuestros techos que ya no se van a poder sellar con alguna inovación científica o cambio de leyes, el mundo debe cambiar hacia un modelo «ultra-sustentable», del que no voy a hablar en este momento.

La cuestión es que «al final, la ciencia sí resultó ser del diablo», reviviendo ese mito de los ultra conservadores de que los avances científicos que opacaron las doctrinas religiosas del siglo pasado terminarían llevando a la humanidad a la ruina por profanar laas leyes divinas y los designios del Dios creador, además de destruir la Tierra por sus recursos naturales, contaminando y mancillando las bellezas de la creación.

La situación es que la ciencia y la modernidad crearon determinados monstruos de la modernidad que son invisibles e incuantificables, uno de ellos por ejemplo es el monstruo de los científicos progresistas. Y es que los científicos o dicho de una forma mas genérica, los universitarios (o cínicos, como se les llama en este artículo) han contribuido a crear un mundo en donde la retórica del conocimiento ha instaurado una dictadura de facto basada en la razón.

La cuestión es que el mundo se colapsa, pero los cínicos no son capaces de hablar, de dar cuentas, de ofrecer soluciones ni de alertar sobre lo inminente, para ellos el mundo esta en su climax y el desarrollo y el progreso van para largo. Nos sacaron de la jungla y esperan que les agradezcamos por habernos librado de la ignorancia y habernos situado en una ciudad con duchas con agua caliente, pero no nos dicen que cada vez es más difícil conseguir recursos para que el agua siga estando caliente y además nos dicen que para seguir siendo felices necesitamos ahora una alberca techada con agua caliente, porque nunca es suficiente lo que tenemos para ser felices.

Es entonces cuando los cínicos, es decir, científicos y demás graduados universitarios creen y son parte de un mundo instrumental, es decir, un mundo mediado de objetos e instituciones que constantemente nos repiten cómo debemos ser, ya no solamente para ser felices, sino para formar parte de algo que además de que no existe (es decir, existe simoblicamente, pero nada más) está colapsando (la civilización, la economía).

Los cínicos aún creen que los problemas de la humanidad tienen solución basados en el crecimiento, aunque esa idea y tendencia se desvanece cada vez más y todo ello porque se niegan principios fundamentales, como que toda actividad económica requiere de recursos, los cuales son limitados porque vivimos en un planeta finito.

Sin embargo el asunto de fondo es aún más doloroso y es el que nadie quiere ver… y se refiere al hecho de que hemos fallado como individuos. Como bien apuntaba Bauman, la era de los individuos terminó, ¿Cuando terminó? Probablemente cuando los medios instrumentales del mundo instrumental pudieron reemplazar los medios intersubjetivos de un mundo que no contaba con automóviles, para decirlo de un modo metafórico: perdimos todo cuando dejamos de volar a los lomos de nuestro dragón imaginario y decidimos ponernos a trabajar para poder pagar un boleto de avión.

La cuestión fue abordada por muchos autores, entre otros por Marx cuando habló de lo que es el capital, la plusvalía y sobretodo la alienación, ese fenómeno por el cual el obrero se esclavisa al trabajo al vender su mano de obra a cambio de dinero (del cual hablaremos en otra ocasión), con lo cual cede toda individualidad a un mercado laboral en el cual solamente somos objetos que tienen caducidad, márgenes de eficiencia y demás…

Ahora, la pregunta correcta ya ha sido respondida, pero vale la pena volverla a hacer: ¿Por qué permitimos que esto pasara? Antes de ello es importante mencionar que para muchas personas aun somos individuos, es decir, el discurso imperante de la modernidad es que todos tenemos ideas valiosas, sentimientos únicos y en general asuntos e ideas personales que nadie más tiene ni podría tener, algo así como que cada quien vale por lo que es y eso es maravilloso. Sin embargo en la realidad solamente somos mercancía, nichos de mercado, tendencias, grupos, mayorías y minorías, números, un blog más de wordpress…

Al final todo se resume a que las personas buscan realizarse de una u otra forma pero siempre dentro de los parámetros del mundo instrumental, dentro de los parámetros de la modernidad. Yo quiero ser médico, por x,y y z, para tener un buen empleo, una casa, un auto, familia, y «salvar muchas vidas»… Yo quiero ser abogado por x,y,z, para tener un buen empleo, una casa, un auto y «luchar por las causas justas», yo quiero ser maestro por x,y,z, para viajar por el mundo, tener una casa, un auto, etc, etc… y «enseñar a mis alumnos a pensar de verdad y cambiar el mundo y combatir la corrupción y acabar con el hambre en África»…

Al final todos queremos «lo mismo» y aquí muchos podrían tildarme de generalizar y demás, es un riesgo y posiblemente pueda ser cierto, ciertamente no estoy exento de sesgar mi visión, pero es algo que no importa, puesto que yo he abandonado hace tiempo la idea de que se pueda ser «objetivo», esa idea pertenece a la modernidad, a los cínicos, a los científicos que creen que el mundo es A ó B, 0 ó 1, yo creo que podría ser ambos o ninguno, uno u otro, creo que el conocimiento es irrelevante, lo importante es la duda… Pero incluso algunos cínicos se me han adelantado y han proclamado que suya es la duda, entonces digamos que yo tengo nada.

La ciencia cumplió entonces con la profecía de la ultra derecha y se consolidó como un poder que niega y deniega la inminente crisis y el colpaso de la modernidad y sí, en ese sentido yo soy un necio que me niego a ver la realidad y que concuerdo con que hay 109 Premios Nobel insensatos: o de cómo la “ciencia” se pone al servicio del “colapsar peor”.

La cuestión al final como siempre es simple pero casi imposible que la veamos por nosotros mismos, se trata tan sólo de renunciar:

  • Renunciar a los principios modernos del mundo instrumental, es decir, a la idea de que siguiendo los modelos de vida de la televisión vamos a ser felices, empero, la casa, el auto, el maravilloso empleo, la reputación social, la mascota, los buenos hijos, el mejor celular, las vacaciones paradisiacas y demás «instrumentos» no nos darán la felicidad por sí mismos. La relación entre el mundo instrumental y la felicidad es la mayor mentira de la modernidad, efectivamente los ricos pueden vivir cosas que los pobres no podemos, pero sus fotos en Dubai sonriendo mientras sostienen una copa de vino solamente demuestran que necesitan ser vistos siendo «felices» porque en realidad hay goteras en la habitación de su ego.
  • Renunciar al hipercapitalismo: Se trata de vivir cada vez con menos, consumir menos, caminar más, comer menos carne, plantar más huertos sustentables. Es importante mencionar que no se trata de comprar focos ahorrativos y autos eléctricos, eso es una falacia. Se trata de cambiar radicalmente la forma en la que vivimos.
  • Renunciar al estatus social y a la ciencia como pensamiento modernista: Aquí hablamos de dejar de ser cínicos, de dejar de sentirnos superiores frente al ignorante analfabeto, aceptar que nuestra condición de «poseedores de conocimiento» o «poseedores de la verdad» no nos ha llevado a ningún lado, no somos más felices por saber más y de nada sirve saber si dios no existe o si si existe, es necesario aceptar la diversidad y aceptar que es bueno saber cosas, pero eso (insisto) no nos lleva a la felicidad. El mundo instrumental también se construyo con la figura de grandes genios que iluminaban sendas que antes estaban cubiertas por el velo de la ignorancia, las masas se arremolinaban ante estas figuras que nos conducirían a un mundo idílico en donde habría autos voladores, robots que hicieran la limpieza y la medicina nos haría vivir 300 años sin las consecuencias del envejecimiento. Sin embargo la ciencia también nos engañó y nos oprimió con el uso del lenguaje científico, nos descalificó bajo la lógica de la productividad y al final los avances nos ataron más allá de la liberación. (ver nota 1).
  • Renunciar a nosotros mismos: aceptar la verdad psicoanalítica, es decir, aceptar que nuestra condición humana es igual de torpe que hace 2000 años, que somos animales, monos, homínidos y que por lo tanto estamos (y estaremos) dominados por mucho tiempo por nuestras pasiones e instintos más bajos. Aunque lo intentemos ocultar, la realidad es que nuestra humanidad no ha evolucionado al mismo nivel que nuestra ciencia. Somos capaces de llegar a la Luna, pero incapaces de limpiar los mares, incapaces de ser menos y de generar menos basura, incapaces de dar de comer a todos, incapaces de vivir en paz, incapaces de tantas cosas… Y el problema NO es el otro, somos nosotros mismos, porque sólo nosotros podemos cambiar. La verdad psicoanalítica es única y simple: Aceptar que nunca seremos el hijo favorito de mamá o el mejor empleado de la empresa o el científico más brillante del mundo o el hombre más rico del mundo. Y si por alguna razón lo conseguimos, encontraremos que la mente siempre va a querer más cosas, la mente es insaciable, a menos que vivamos de otro modo, a menos que renunciemos.

Probablemente después hable de las alternativas, que en realidad siempre han estado ahí, puede ser budismo, puede ser austeridad, puede ser aceptarnos como somos, pueden ser miles… pero hay que renunciar y eso es de lo que trata este post. Tarde o temprano lo tendremos que hacer, pero entre más tardemos, más doloroso será.

Nota 1: Ruego que se entienda que ni este ni otros artículos critican a la ciencia en sí, sino a su uso como instrumento de influencia y opresión y al pensamiento científico que se niega a reconocer que existen límites biofísicos al crecimiento de la población o a la explotación de recursos. Es importante entender que la ciencia produjo grandes avances que no se encausaron en mejorar la vida de los habitantes, sino en crear un mundo instrumental que no ofrece mejores condiciones de vida que las del mundo antiguo. Lo ideal sería poder aprovechar las bondades del conocimiento científico con libertad y justicia entre los humanos, pero esto no es posible con un pensamiento científico que busque la eficiencia o la produtividad, con una ciencia que hoy en día permite ver televisión via satelital pero que aún no ha podido lograr acabar con el hambre en el mundo. Pensar que son problemas distintos es un error muy grave, porque niega la interrelación entre un discurso progresista y su «ala» instrumental que es la ciencia. En todo caso, es imposible que los humanos modernos neguemos que ya todos estamos atorados en el mismo fango, la diferencia es que unos son cínicos y otros aceptamos la verdad.